
La vida de Isaac Puente es una encrucijada en la que se dan cita una multiplicidad de dimensiones. La medicina, el anarcosindicalismo, el alpinismo… Por eso, antes de profundizar en la parte más montaraz, resulta ineludible mencionar algunos de los datos de esa biografía suya en la que confluyen tantos mundos, aún a riesgo de irnos por los Cerros de Úbeda —aparentemente—.
Isaac Puente nació el 3 de junio de 1896 en Las Carreras (Vizcaya), en el seno de una familia tradicional carlista, aunque su trayectoria vital siguió por otros derroteros ideológicos. Escribió una gran cantidad de textos para diversas publicaciones a lo largo de su vida —algunos firmados con su nombre y otros bajo el pseudónimo “un médico rural”—. Los temas que trataba eran también diversos y tenían que ver tanto con su compromiso profesional como con su compromiso social. Destaca su labor como divulgador científico —especialmente, en el ámbito de la sexualidad— y político —a este respecto, cabe mencionar la famosa recopilación de algunos de sus escritos titulada El Comunismo Libertario—. Era muy querido entre sus pacientes —habitantes de las aldeas que visitaba ejerciendo su función de médico—, tal y como cuentan sus hijas, Emeria y Araceli. A pesar de ello, fue detenido y se las vio con la autoridad algunas veces en castigo por su militancia. Podemos rastrear algunos de esos episodios consultando la hemeroteca. Sirva como ejemplo un extracto de la noticia “La Policía sorprendió y detuvo en Zaragoza al Comité nacional revolucionario”, del Heraldo de Madrid (18 de diciembre de 1933) que reza así:
En las primeras horas de la noche del pasado sábado la Policía, acompañada de varios números de guardias de Asalto, se personó en la calle de Convertidos, número 5, piso segundo, deteniendo al Comité nacional revolucionario de la C. N. T., constituido por Cipriano Mera Sanz, de veintiséis años, albañil; Rafael García Chacón, de veintisiete, albañil; Rafael Casado Ojeda, de veintitrés, albañil; Isaac Puente Amestoy, de treinta y siete, médico; Felipe Orquín Aspas, de veintiséis, albañil; Ramón Andrés Crespo, de veintinueve, jornalero, y Antonio Ejarque Pina, de veintiocho, metalúrgico.
Aunque no queda del todo claro a manos de quién o cómo, se sabe que fue asesinado. Hay hipótesis que responsabilizan de su muerte a un requeté. Por su parte, el número del 11 de noviembre de 1938 de Solidaridad Obrera expone, de forma más general, que el crimen lo cometieron “las hordas mercenarias de Franco”. En cualquier caso, su ejecución se llevó a cabo sin proceso y tras más de un mes de encarcelamiento en la prisión de Vitoria. Todo apunta a que su asesinato tuvo lugar en el desfiladero de Pancorbo durante la madrugada entre el 31 de agosto y el 1 de septiembre de 1936. Isaac Puente tenía entonces 40 años de edad. Para ahondar en su biografía, es interesante consultar el libro Isaac Puente. Médico anarquista, escrito por Francisco Fernández de Mendiola (Txalaparta, 2007).

Pero el escrito de Isaac Puente que nos incumbe en esta ocasión se titula Alpinismo. Fue publicado por primera vez en 1925 y reeditado más recientemente por la editorial Piedra Papel Libros (2019). El texto es un elogio de este deporte, como así lo denomina ya el propio autor. Las ideas a través de las cuales se desarrolla el discurso acerca del alpinismo están íntimamente ligadas a la propia apuesta política de Isaac Puente y a su labor como médico: el enfoque naturista impregna las palabras. Se hace especial énfasis en el alpinismo como una actividad encaminada a mejorar la cultura física y corporal de las personas. Y también se hace referencia a las bondades de este tipo de ejercicio o ejercitamiento a nivel psíquico y moral. Para profundizar un poco más tanto en el conocimiento de la persona como en el de su obra, hemos contactado con su nieto, Alberto Jiménez Puente —que es el autor del prólogo a la edición de 2019 de Alpinismo— para que nos resuelva algunas dudas.
– ¿Quién fue Isaac Puente?
Fue un médico rural nacido en 1896, muy activo intelectualmente, entre cuyos temas de interés estaban el naturismo, el vegetarianismo, el deporte, la sexología y, en lo político, el anarquismo. Escribió mucho, tanto de temas médicos como políticos. Vivía con su mujer y sus dos hijas en Maestu, cerca de Vitoria, cuando empezó la Guerra Civil y fue detenido y “desaparecido”. Cuando se cumplieron 100 años de su nacimiento y 60 de su muerte, el pueblo de Maestu le dedicó un homenaje y le puso su nombre a una plaza. Me sorprendió comprobar que toda la gente mayor se acordaba de él y los más jóvenes habían oído hablar de él en su casa, lo que me hace pensar que debió de hacer una gran labor como médico de ese pueblo. Además, era mi abuelo.
– ¿Cuál es la primera imagen de tu abuelo que se te viene a la mente cuando piensas en él?
Mis imágenes se reducen a la docena de fotos que se han conservado, así que lo he visto solo en sepia y en blanco y negro. Me consuelo pensando que de la mayoría de sus contemporáneos no quedan tantas fotos.

– Tu abuelo hace mucho hincapié a lo largo de su texto, Alpinismo, en la necesidad de paliar la incultura física o corporal. ¿Sigue existiendo esa incultura actualmente? ¿En qué consiste hoy en día esa incultura?
Creo que hoy en día la mayoría de la gente sabe lo que es bueno y malo para la salud, lo que no significa que obre en consecuencia, porque para eso están las autojustificaciones como la de que “de algo hay que morir” o aquella de que “Fulano fumaba un montón y murió a los noventa”. Hace un siglo, no había la evidencia que hoy tenemos de que el tabaco, el alcohol, el sedentarismo o comer mal perjudican la salud. Lo tengo claro porque soy médico y me dedico a la Salud Pública.
– ¿Qué crees que pensaría Isaac Puente acerca del alpinismo hoy en día? ¿Cómo contribuye actualmente el alpinismo a generar cultura corporal? ¿Hay incultura corporal dentro del alpinismo?
Creo que la terminología ha cambiado. De lo que habla mi abuelo en su libro Alpinismo hoy se llamaría más bien montañismo o quizá senderismo. Veo claro que estos últimos son buenos para la salud física y mental. En cuanto a la escalada, a partir de cierto nivel, no lo tengo tan claro, por el componente comercial y competitivo que conlleva. Tengo entendido que hay gente que colecciona cumbres como otros coleccionan sellos.
– En el prólogo a la obra Alpinismo recoges unas palabras textuales de tu abuelo: “La salud, como la libertad, ha de conseguirla cada cual”, ¿cómo conseguirlas a través del alpinismo?
Me parece una gran frase. Aparte de que hay enfermedades con causa genética o que no tienen una causa externa conocida, la mayoría de los padecimientos tienen una relación clara con los estilos de vida. Eso plantea la autorresponsabilidad en términos de salud, que es difícil de asumir, y que hace que mucha gente traslade al médico problemas que tienen su origen en sus propios hábitos. Con la libertad pasa lo mismo, ser consciente y adaptar la vida de uno a sus planteamientos es un ejercicio más duro que correr maratones.
– ¿Se ha convertido el alpinismo en un fin? ¿Qué queda de esa idea última del escrito de Isaac Puente, “el alpinismo debe ser un medio, nunca un fin”?
Mi abuelo cuenta en su librito que participó en varios “concursos de montes” en los que cada montañero iba dejando una tarjeta en un buzón que había en las distintas cumbres. Creo que ese aspecto “competitivo” no le debió de dejar buena conciencia y que se refiere a eso. Imaginaos lo que pensaría si viera esas fotos recientes de gente haciendo cola para hacerse un selfie en la cima del Everest.
-¿Algo que desees añadir?
He tenido la suerte de que mi amigo Juan Cruz, que es editor, me insistió en reeditar el librito. Gracias a él me he llevado algunas alegrías, entre ellas esta pequeña historia: hace unos años, vi por internet la foto de un grupo de personas que participaba en Madrid en una manifestación por la Memoria Histórica portando fotos de mi abuelo. Por las pistas que facilita la web, localicé a uno de ellos que también es médico rural y le envié el librito. Me contestó que para él había sido emocionante porque tenía a mi abuelo como personaje de referencia y para mí también lo fue, porque creo que alguien no muere del todo mientras se le sigue recordando.
El libro puede interesar a quien quiera saber cómo se veía el montañismo hace 100 años. Hay ideas que han quedado desfasadas como las ventajas de la exposición solar o la vestimenta, pero hay otras muchas que son atemporales. Aparte, creo que puede motivar a algunas personas a mejorar su salud por esta vía. Personalmente, su lectura me ha servido para salir más al campo y para ir por la vida menos abrigado.

Título: Alpinismo
Autor: Isaac Puente
ISBN: 978-84-949597-2-1
Libros del Borde, nº 12
Cubierta: Rústica mate.
Alzado: Fresado.
Medidas: 170 mm x 116 mm
Páginas: 57
Precio: 4.5€
2019
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