
El pasado viernes 13 de mayo, el alpinista italiano Andrea Lanfri, acompañado por el guía de montaña Luca Montanari, alcanzaba la cumbre del Everest a las 5:40 de la mañana, a tiempo de admirar la mejor salida del sol de su vida, y se convertía en la primera persona del mundo con múltiples amputaciones en alcanzar la cota 8.848.
La gran aventura de Andrea empezó en 2015, cuando tras una meningitis fulminante perdió ambas piernas y siete dedos de las manos. En lugar de desanimarse, el joven deportista de Lucca afrontó un camino cuesta arriba que le condujo no solo a recuperar la normalidad de la vida cotidiana, sino también a destacar en las competiciones paralímpicas de carrera y más tarde perseguir y alcanzar su sueño de convertirse en alpinista, con objetivos cada vez más ambiciosos hasta llegar a la cumbre del mundo. Andrea y Luca han ascendido el Everest por la ruta clásica de la cara sur, equipados con material de expedición que les ha proporcionado Ferrino. Durante los primeros días de la semana pasada, calzando unas prótesis especialmente realizadas para escaladas a gran altitud, Andrea partió con su compañero hacia los campamentos de altura hasta llegar al Collado Sur, a 7900 metros, desde donde dio el salto final hacia la cima. Ahora, tras un largo y complicado regreso al campo base, hemos podido hablar con ellos.

Andrea, antes de partir, a la pregunta concreta de cómo te imaginabas en la cima del Everest, preferiste no contestar, y nos dijiste que querías afrontar tu desafío paso a paso. Ahora que ya has llegado hasta allí: ¿cómo ha sido poder mirar el horizonte desde el punto más alto de la tierra?
«Una emoción inmensa, un camino, una imagen dentro de mí con la que había estado soñando durante años y por fin estaba allí, todo con una mezcla de surrealismo, confundido entre el sueño y la realidad. Nunca en mi vida había pensado que disfrutaría de tanta belleza y felicidad. «Pero ¿dónde narices estoy?», eso fue lo primero que me pregunté. ¡Mira a dónde he llegado! Si no me hubiera vuelto a levantar después de cada caída en el camino que había detrás de mi casa por el que intentaba pasear cuando empecé a andar con las prótesis, ¡cuántas cosas me habría perdido! Todo el esfuerzo, todos los entrenamientos, las personas que he conocido a lo largo de este camino, me han llevado a poder experimentar esta alegría. A ellos los doy las gracias, ¡es una sensación maravillosa!».

¿Cuál ha sido la parte más difícil del ascenso?
«¡La bajada! Después del paso Hillary empecé a sentir molestias al caminar en el pie derecho. Pensé: «Me he roto el pie… Ok, no hay problema, ¡tengo uno de repuesto!». La bajada cada vez era más complicada, pero, poco a poco, y con la ayuda de un poco de rápel, conseguí llegar al Campo 4, muy cansado. Allí, cuando me quité las zapatillas, descubrí cuál era el problema: se había formado hielo entre las láminas de carbono, lo que impedía el movimiento del pie. Una vez quitado el hielo del pie, aunque en el campamento el viento era muy fuerte, pude dormir unas horas y recuperar fuerzas para el descenso del día siguiente. A la mañana siguiente del C4 bajamos al C2, ¡donde me esperaba una botella de Coca Cola en la tienda! Después, el último día de cansancio y peligro cuando tuvimos que atravesar la cascada de hielo y, por fin, la llegada al campo base».
¿Las dificultades que has tenido que afrontar son las mismas que las de otros escaladores o esta escalada te tenía reservados otros retos y obstáculos?
«Además de los problemas de cualquier alpinista, tengo que estar muy atento a los muñones. Si se inflaman o aparecen úlceras, no puedo ponerme la prótesis y, a esa altitud, no sería nada bueno… La experiencia, el entrenamiento y un excelente manejo de la sudoración hicieron que todo saliera bien, pero usar prótesis a veces puede ser doloroso y siempre resulta molesto. Hay que ser capaz de apretar los dientes y centrarse en el objetivo».
¿Qué importancia ha tenido la ayuda de la tecnología para lograr tu objetivo?
«La tecnología de las prótesis es muy importante, pero, si no le añades una buena dosis de voluntad, ¡la tecnología por sí sola no te cambia la vida! Todavía recuerdo la frase que me dijo mi ortopedista el primer día de prótesis: «Aquí están tus pies nuevos, ¡ahora te toca a ti pasearlos!». Desde ese momento supe que no iba a ser fácil. Pero pronto empecé a divertirme llevando de paseo a mis nuevos pies de carbono y titanio… Durante una escalada como esta los momentos de recuperación también son fundamentales. En este sentido ha sido fundamental contar con el apoyo y la seguridad de equipos técnicos como las tiendas fabricadas por Ferrino. No me refiero solo a la protección del viento y el frío, sino también de la luz solar, ¡que a esa altitud es realmente cegadora!».
La escalada del Everest ha sido la culminación de un largo camino. ¿Desde la cima has visto cuál puede ser el siguiente paso en tu viaje por las montañas?
«¡Sí, ya está programado! En realidad, el Everest es solo una etapa de mi viaje, la más importante por supuesto, pero una etapa. El proyecto real, «my7summits», continuará con las otras cumbres. ¿La siguiente en la lista? El Kilimanjaro, la montaña más alta del continente africano».
